Una vivienda en Boadilla del Monte

Las premisas de la reforma que se realizó en esta vivienda de la zona oeste de Madrid eran conseguir espacios amplios y llevar la luz natural a zonas que no la tenían, como el recibidor.

Otra de las premisas era conectar el exterior con el interior mediante amplios ventanales en cocina y salón que dan a la terraza que la vivienda, un ático dúplex, tiene en la planta de abajo.

Para ampliar el salón, se derribaron los muros que lo separaban de la habitación contigua, y de la entrada, sustituyendo este último por un vidrio sin perfiles que permitió llevar la luz natural al recibidor, aportando amplitud visual a ambas estancias, pero separándolas al mismo tiempo.

La cocina se amplió dándole un trozo de la terraza a la que daba, consiguiendo así una zona de office muy luminosa, y totalmente conectada con exterior tanto en invierno como en verano.

En la planta de arriba, que constaba originalmente de 4 dormitorios, la reforma se limitó a convertir uno de ellos en vestidor del dormitorio principal, conectando ambas estancias mediante un ancho vano que aporta amplitud y luminosidad a las dos habitaciones.

En cuanto a la decoración, se apostó por el blanco en la pintura de las paredes, y tonos neutros en un mobiliario potente y con personalidad. Tal es el caso de la mesa de comedor danesa de los años 50 adquirida en Batavia, las butacas francesas de los 60 adquiridas en La Recova, o tantas otras piezas de almoneda repartidas por diferentes estancias de la casa, y adquiridas en tiendas como La Europea, La Casita de Margaux, etc.

Una mezcla equilibrada de piezas midcentury, diseñadores contemporáneos, piezas de autor, y jóvenes promesas de la escena actual, consiguen un ambiente acogedor, sobrio, y elegante, pero también relajado y vital, gracias a las plantas repartidas por toda la casa.