Las cocinas han evolucionado a lo largo de la historia en función tanto de los diferentes usos y actividades que en ellas se realizan como de los progresivos avances tecnológicos que se han ido desarrollando e incorporando a este espacio.
En el siglo XXI, las nuevas tecnologías nos ofrecen un amplio abanico de posibilidades que debemos tener en cuenta a la hora de concebir y diseñar un espacio en el que la seguridad alimentaria es una prioridad.
La creciente preocupación por un estilo de vida más saludable se materializa en viviendas sostenibles en las que tanto el diseño de los materiales utilizados como las fuentes de energía de las que se abastecen son más respetuosas con el medio ambiente.
Esta corriente se plasma también en el concepto de Cocina Saludable concebida como un espacio preparado para facilitar el desarrollo de unas correctas prácticas de manipulación, tanto en diseño como en equipamiento, y facilitar la limpieza, la higiene y el mantenimiento.
Para ello se han de tener en cuenta aspectos como:
Podemos conseguir una cocina más saludable gracias a los denominados Sistemas Pasivos de Seguridad Alimentaria (SPSA), materiales y equipos de última generación que, instalados en la cocina, mejoran el nivel de seguridad e higiene de la misma sin que modifiquemos sustancialmente nuestros hábitos de manipulación.
En seguridad alimentaria se puede englobar dentro de estos sistemas los siguientes materiales y equipos:
Al dotar a las cocinas con Sistemas Pasivos de Seguridad Alimentaria (SPSA) se cuenta con un extra de seguridad a partir del cual mejoraremos nuestros resultados sin cambiar nuestros hábitos de manipulación y por el que estaremos más protegidos. Estos sistemas no sustituyen en ningún caso unas correctas prácticas de manipulación sino que constituyen un plus de protección frente a posibles peligros alimentarios, especialmente los de naturaleza microbiológica.
Información proporcionada por el Instituto Silestone para la Higiene en la Cocina (ISHC).
Fotografías: Poggenpohl