Si vives en el Norte y te gusta la jardinería, estás de suerte. La humedad y las temperaturas suaves conforman un auténtico paraíso natural para las plantas y la pradera de césped. Tu jardín puede lucir espectacular sin apenas riegos ni cuidados: sólo necesitas elegir las especies adecuadas…
El jardín atlántico es el adaptado al clima oceánico en la cornisa cantábrica y Galicia. Las plantas que se pueden cultivar en él requieren de humedad y temperaturas benignas. Y la pradera de césped crece de forma casi natural, sin apenas riegos extras.
Es un jardín de porte romántico, en el que predomina el verde del follaje, pero donde también crecen especies ornamentales con flor de porte espectacular como las camelias, el rododendro, las hortensias, la magnolia grandiflora o el laurel. Y, por supuesto, trepadoras como la buganvilla, que a salvo de heladas, es capaz de alcanzar alturas increíbles respaldada sobre un muro o un árbol.
Se puede decir que el jardín atlántico es un tipo de jardín muy agradecido y privilegiado en todos los sentidos.
Los árboles que mejor se adaptan a su climatología lluviosa son los abedules, las hayas, los fresnos y los robles. Aunque todos hemos visto hermosas palmeras de gran porte en la zona, perfectamente adaptadas al clima.
Las plantas acidófilas son, en general, las que se adaptan mejor a este clima: hablamos de algunas de pequeño porte, pero también de grandes masas arbustivas. Son plantas con flor tan espectaculares como la camelia, la gardenia, el rododendro, la azalea, la hortensia, la magnolia grandiflora y otras similares. Se trata de plantas que necesitan de suelos ácidos, poco alcalinos y bastante humedad. Admiten un poco de sol, pero en general son grandes amantes de los espacios sombreados. También son capaces de crecer en zonas sombreadas de climas de interior, pero siempre con la ayuda de un sustrato ácido (12 €, 40 litros de Composana) y un abono adecuado.
Los principales enemigos del jardín en la zona de influencia atlántica son los fuertes vientos y a menudo la salinidad del suelo. Nada que no pueda corregirse de forma sencilla.
El azote del viento fuerte en la costa atlántica puede contrarestarse de varias formas:
La sal que arrastra la brisa marina es otro de los enemigos del jardín atlántico. La sal es transportada hacia el interior por el viento que viene del mar. Lo ideal es realizar riegos de agua a base de manguera para barrer la sal de las hojas de las plantas, que pueden terminar quemándolas.
Además de las plantas ornamentales y la pradera de césped, el jardín atlántico agradece mucho la presencia de agua y piedras como elementos que lo definen. Un pequeño estanque y macizos de flores junto a alguna piedra de la zona contribuyen a crear un espacio armonioso con el entorno.
Los caminos de piedra en el jardín también tienen un hueco destacado en el jardín atlántico. Hablamos de senderos con planchones de pizarra (a partir de 6,95 € en Brico Depot) u otro tipo de piedra adecuada.
Tanto los estanques como los senderos o los cercados de madera (vallas eco de pino de 1 m x 1,80 m a partir de 13,75 € en BricoDepot) contribuyen a crear rincones de interés en el jardín atlántico. No pienses que este tipo de añadidos sólo merecen la pena en jardines grandes; por el contrario, pueden hacer que los jardines pequeños parezcan más ampios en perspectiva, ya que no se abarca de una sola mirada todo el jardín.
En esta zona el sol es un lujo, así es que no es tan necesaria la protección fija para librarse del sol como en otras latitudes. Los toldos y parasoles (con precios a la baja9 pueden ser suficientes. Ahora mismo es posible encontrar un toldo de 2,5 metros de ancho con un avance de 2 metros por apenas 75 euros. Las pérgolas de madera (a partir de 100 euros) también pueden cumplir un papel durante los días más soleados del verano.
Fotografías: Gardena, Visitagijon.com, Jardineria.net. entretantomagazine.com