En primer lugar deberemos ver si la pieza a restaurar está oxidada. En cuyo caso, deberemos proceder a retirar el óxido. Una vez hecho esto, deberemos proceder al pulido de la pieza. Utilizaremos un pulidor-abrillantador que aplicaremos con una muñequilla de algodón.
Una vez pulido, pasaremos un trapo limpio para retirar los restos de abrillantador. Frotaremos enérgicamente haciendo movimientos circulares.
Ahora ya podemos aplicar el barniz, y podremos elegir entre aplicar el barniz con un pincel, u optar por uno en spray. En cualquiera de los casos deberemos dejar secar entre capa y capa el tiempo prudencial, e iremos aplicando capas hasta conseguir el resultado deseado.
Fotografía: Graham & Green